Escribí el viernes un post que se titulaba Me siento estafado por Google, para narrar cómo una experiencia con el mega buscador me provocó, por primera vez, la sensación de que alguien me había estafado por Internet. Y que había sido Google. Lo he borrado y lo he cambiado por este otro post.
La semana pasada intenté crear un canal de Youtube. Era un canal de un pequeño pueblo que en el año 2004 celebraba el 1200 anivesario de su fundación. Cometí un error de novato. Puse en la fecha de cumpleaños el año 2004. Inmediatamente Google consideró que era menor de edad y me bloqueó todo. El canal de Youtube que estaba creando y la cuenta de Gmail que llevaba utilizando casi siete años.
Hasta ahí todo normal. Por torpe me bloqeuaron una cuenta y ahora tenía que hacer algo para desbloquearla. Lo que no me gustó fue comprobar que para recuperarla me pedían una fotocopia compulsada del DNI o una transferencia con mi VISA. ¿Para qué querían esta información? Mandé el dni sin compulsar y no fue suficiente. No me quedó otra. Le he dado a Google mi número de VISA. He comprado algo a Google por un valor de treinta céntimos. Me he sentido estafado por Google y les he dado información personal que no sé para qué querrán.
El caso es que esta experiencia me ha hecho pensar. Pensar en cómo conocí Google hace doce años, haciendo un reportaje para El Periódico de Álava. Cómo me encantó y fomenté su uso entre todos mis compañeros de redacción, y entre todo el que me quería oir. Google era esa gran empresa que democratizaba Internet. Era esa herramienta que se oponía al ‘capullo pretencioso’ de Microsoft, que nos quería cobrar por todo.
Hoy el cabrón pretencioso es Google. Sabe mas de mi que la gente de mi entorno y hace acopio de información de forma nada elegante.
El precio de un dato personal
Los que trabajamos en marketing online sabemos que cada dato, cada lead, tenemos que ganárnoslo. Tenemos que ofrecer algo interesante para que un usuario nos confíe su cuenta de correo, su nombre, su cuenta de twitter… para que nos confíe cuáles son los gustos personales.
Igual nos pasa que no somos Google, que podemos bloquearte una cuenta que llevas usando diez años y pedirte, con un par, que me dés tu número de VISA.
Protección de datos
Mañana lunes se celebrala firma del convenio europeo para la protección de las personas con respecto al tratamiento de sus datos personales. Y leo en El Correo, cómo Iñaki Pariente de Prada, director de la Agencia Vasca de Protección de Datos, nos recuerda que «las grandes multinacionales nos ofrecen servicios muchas veces gratuitos, pero [los usuarios] no tenemos en cuenta que a cambio se están quedando con nuestros datos personales para ofrecernos publicidad personalizada» y de paso amasar miles de millones de euros.
Hace unos meses, De Prada ya señalo en este medio que «hay quien sabe de nosotros más de lo que imaginamos«.
Al mismo tiempo, el blog Pijama Surf se hace eco de una noticia que reflejan otros muchos medios, principalmente El País: «Google implementará a partir de marzo nuevas políticas para acceder a sus servicios que tienen como base una extensa concentración de información personal de sus usuarios«.
Es decir, que «a partir del 1 de marzo próximo comenzarán a implementarse nuevas medidas con la que Google concentrará una enorme cantidad de datos personales de los usuarios que acceden a sus servicios, so pretexto de construir un ecosistema alrededor de su plataforma que compita con Apple y Facebook«.
De este modo, antes de acceder a Gmail, Googhe Chrome, Google Books, Google Maps, Youtube, Google+, etc, tendremos que aceptar estas nuevas condicones de uso que les permiten hacer lo que quieran con la información generada mientras se usen todos estos servicios.
Privacidad, ¿es tan importante?
Llevo años cuestionándome la importancia que le doy a mi privacidad. Sé que me cuesta mucho menos exponerme que lo que les costaba a mis padres. Y que a mis peques les costará mucho menos que a mi, todavía.
Pero una cosa es la privacidad, y otra es el esfuerzo por conseguir cada dato. El chantaje al que me ha sometido Google es de macarra, de Camorra, de mafia rusa.
Hace años que trabajamos con los ocho impactos que resultan necesarios para que un usuario te revele un dato. Hace años que nos preguntamos cuánto valen nuestras aportaciones a la hora de pedir datos, por ejemplo, para la descarga de un wallpaper. Hace tiempo que nos preguntamos qué regalo (y que oportunidad de éxito percibida) tiene que tener una promoción para conseguir que un usuario te ‘venda’ un contacto -es decir, te recomiende-.
Hay que currarse las cosas. Y no ir de guay al principio para convertirse en un capullo pretencioso y chantajista como Google. Microsoft ya está recorriendo el camino inverso (de capullo pretencioso a Cool), según me cuentan.
Mientras tanto, me replantearé el uso que hago de todos los servicios de Google. Incluso de estos anuncios que vienen a continuación de esta línea.
Actualización: He encontrado esta infografía que dice: «Google lo sabe todo de tí. ¿No te da miedo?
